miércoles, 28 de marzo de 2012

JORNADA 24: LATOCAN (1) - TIERRA DE NADIE (5)

LATOCAN EN TIERRA DE NADIE

LATOCAN SE ADENTRÓ HACE MUCHO TIEMPO EN TIERRAS DE MORDOR Y TODAVÍA NO HA VUELTO DEL LADO OSCURO

El ansiado triunfo se escondía en "Tierra de Nadie". Miles de latoquianos estaban preparados para el ataque. Solo faltaba el sonido de la corneta para lanzar a las hordas, pero a la hora de la verdad fueron solo siete intrépidos latoquianos los que se adentraron en un mundo tenebroso y desconocido en busca de la victoria. Únicamente iban armados con sus botas y sus descuidadas equipaciones. Mal futuro para los pobres desgraciados, ya nadie más vendría en su ayuda. La batalla parecía perdida antes de empezar.

Los siete valientes de Latocan lucharon todo lo que pudieron, aunque que no lo suficiente ni de la mejor manera.  Nada más infiltrarse en tierras rivales y pisar el "bosque artificial" una bruja lanzó un extraño hechizo a uno de los latoquianos. Una cojera permanente y de por vida que inutilizaría una le las mejores armas de batalla latoquiana. Las cosas se ponían más difíciles todavía.

A pesar de ello los seis valientes y medio se lanzaron campo a través y cruzaron el tenebroso bosque. Detrás de cada enorme arbusto se escondía un enemigo con el cuchillo entre los dientes preparado para atacar. Cuando aún no habían atravesado ni la mitad del bosque le sorprendió una gran acometida rival, ¡un ataque de catapulta! Los enormes pedrolos en llamas se colaron entre los escudos latoquianos e hirieron gravemente a los guerrilleros de azul y negro (0-3).

Visto la lamentable situación en la que se encontraban decidieron buscar una cueva y descansar un rato, pero antes de llegar se encontraron con una nueva emboscada. Esto supuso el fin para los desdichados latoquianos. Los "nadienses" propinaron dos nuevas estocadas envenenadas que acabaron con las esperanzas de gloria. (0-5)

A pesar de las brechas, de las feas heridas, de las amputaciones y del penoso número de soldados, los bravos negriazurri cogieron sus espadas y sus escudos y pelearon bravamente para conseguir, por lo menos, salir de aquel fatídico bosque y volver a casa para curar sus heridas. Incluso medio alquezar fue capaz de causar una baja enemiga. Aunque eso si, mientras Gallego sujetaba por los brazos al oponente. (1-5)

¡LATOQUIANOS, LIMPIAROS LAS HERIDAS Y COSEROS LAS BRECHAS, EL SÁBADO HAY OTRA BATALLA!

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