Sólo por no dar gusto al cabezón del mensajero (si tenéis brazo, no le deis la mano a un ruin) se pasó este sábado el Mirón por la municipal y Oh de mí, Ah fabuloso espectáculo: Latocan contra una banda de almorzadores. Y la boira fresquica por la cataplín.
A los nuestros les costó ganar el partido diez minutos poco más o menos. Iba la pelota de lao a lao como llevada por hilitos cósmicos, de fútbol sénior celestial.
Marcaron el hurón y el Cid que conquistó un gol de andar dejando cadáveres tras él. Larga vida al Cid. Mata. Mata. Mata.
Antes de parar a almorzar nos pitaron nuestra ya irremediable faltita en la frontal. Toño la rechazó y el mensajero cabezón y un par de compadres suyos no evitaron que uno de los otros apuntase al gato a natación. Cositas…
Más. Los otros empezaron a rallarse mucho con un señor que había ahí dentro del campo. Entendían que condicionaba su situación. Fueron viles con él. Lo insultaron y menospreciaron públicamente. Lo aplaudieron con mofa. El mirón no entiende muy bien por qué. Él sólo quería estar ahí y sacarles melancólicamente sus pequeñas tarjetitas de rojo colorín.
El hurón había metido otro gol y ya íbamos tres uno y ya habían expulsado a dos de ellos e incluso habíamos conjurado una amenaza de deserción por parte de los otros, sin duda alegando que por culpa del señor éste que os he dicho que estaba ahí pero asegurándoos el Mirón que sólo deseaban lo justo, la merienda, cuando fue que el Cid volvió a hacer una gola olímpica de héroe laboral y que estuvieron ahí un rato más algunos y aun mantuvimos allí una buena charradica con los buenos desayunantes y se acabó la quedadica porque no se quién pitó y nos dijo que esto funcionaba así. Cosas…
PD: El Mirón quiere dedicar esta crónica a la inocencia.
Salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario